sábado, 2 marzo 2013
Es mi segundo día consecutivo sin meterme en la cama. Algo insignificante para la humanidad, pero un gran paso para mi.
Lo que más molesta es el estado de guardia permanente, el no poder bajar los puños, porque el combate se adivina largo. Y sé que me tocará volver a besar la lona. Pero también estoy convencido de levantarme antes del final de la cuenta de diez.
Os prohíbo, a todos los que me queréis, el arrojar la toalla antes del 10. Si tengo que perder, que sea por K.O.
Ahora, mi preocupación es ser un buen encajador, o mejor aún, ser tan bueno esquivando, ser tan bueno bailando con los pies, como lo fue mi admirado Perico Fernández, que salvo la paliza que le pegó el tailandés por la puta calor que le hizo perder la cinturón mundial, nadie le rozó la cara.