domingo, 30 noviembre 2008

 

 

Foto: Carlos Juan

 

En casa se limpian los cristales de un modo ecológico y tremendamente respetuoso con el medio ambiente. Esto es, cuando llueve.

Me viene a la cabeza el "que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaricos cantan y las nubes se levantan. Que sí, que no, que caiga un chaparrón que rompa los cristales de la estación".

Pienso qué le haría el Jefe de Estación al que inventó esta copla para desearle tan mal fario...

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sábado, 29 noviembre 2008

 

 

Foto: Carlos Juan

 

Pequeños detalles

 

Ayer pensaba en cuanto tiempo perdemos en intentar alcanzar la felicidad sin parar en la cuenta de que la mayoría de las veces se nos escapa en los pequeños detalles.

Son los pequeños detalles los que nos aportan el bienestar, esos gestos que no sabemos apreciar y que a menudo se esconden en una mirada, una llamada perdida, una sonrisa, un guiño, una palabra...

Detalles tan pequeños como una gota de rocío...

 

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miércoles, 26 noviembre 2008

 

 

 

Estados de ánimo

(¡Viva José A. Labordeta!)

 

A Labordeta, entre otras muchas cosas, debemos agradecerle el ayudarnos a poder ser.

 

Homenaje a Labordeta

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lunes, 24 noviembre 2008

 

 

Llevo bastante más de media vida ligado de una u otra manera al deporte. Desde que siendo niño, con apenas diez años, formé parte del equipo de balonmano del colegio, no he dejado (salvo oscuros periodos de tiempo) de practicar algún deporte: balonmano, fútbol sala, fútbol, ciclismo... Unas veces como deportista y otras como entrenador. Precisamente en el curso de entrenadores tuve un profesor que afirmaba que el deporte, sin competición, no es deporte. Como la vida misma, pensé yo...

Me gusta la competición. Soy competitivo. No me gusta perder ni en los entrenamientos. De niño odiaba la famosa frase de que "lo importante es participar", porque sabía de sobra que era la frase de los perdedores. Quien inventó esta frase no ganó nunca.

No. Lo importante no era participar. Lo importante era ganar. Y para ello se requiere condición física y cabeza. Sobre todo, cabeza. El poder de la fe, el poder del convencimiento de que se es el mejor, el poder del querer, es lo realmente importante. El mundo esta en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños. Todo lo demás se puede entrenar. Como la vida misma...

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sábado, 22 noviembre 2008

 

 

Foto: Carlos Juan

 

SE VENDE

 

U.T.E. Serie 3600, pocos kilómetros, climatizador, engrase de pestañas automático, antipatinaje, hombre muerto en perfecto estado, trucada para 100 km/h, tuneada. Regalo guardagujas con 30 años de experiencia. Interesados enviar 2 sms al 2332 con la palabra "topesupletorio" y descárgate gratis el politono "comovaelconvenio".

 

Abstenerse agencias, curiosos y no solventes.

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viernes, 21 noviembre 2008

 

 

 

 

Hace unas semanas estuve tomando un café en un local de El Berrón (Asturias) que se encuentra ambientado con temas ferroviarios. Entre las docenas de fotografías que decoraban la cantina, mi vista se detuvo en esta. El encontrarme situado a más de 700 Km. del lugar donde  el fotógrafo capturó esta imagen, me provoca unas dudas que me obligan a pedir el comodín del público.

Pero juraría, salvo que alguno de ustedes diga lo contrario, que esto es la estación de Caspe (Zaragoza). El lugar donde quiero volver.

 

 

miércoles, 19 noviembre 2008

 

 

Foto: Carlos Juan


Me sirve tu mirada

que es generosa y firme,

y tu silencio franco sí me sirve.

(mario benedetti)

*

Me sirven sus visitas,

sus comentarios callados me sirven,

me sirve intuirles cada día

aunque ya no estén,

aunque sepa que ya no existen.

Me sirve escucharles sordamente

mientras ustedes hablan mudos de silencio.

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lunes, 17 noviembre 2008

 

 

Foto: Carlos Juan

 

Quiero regalar a mi hermana Conchi este arco iris que una tarde robé en Trasona (Asturias).

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viernes, 14 noviembre 2008

 

 

 

 

 

 

miércoles, 12 noviembre 2008

 

 

Se confirman los rumores: Los Reyes Magos son los padres.

 

viernes, 7 noviembre 2008

 

 

La Salle Torrero, 1974

Estos niños, mientras fueron niños, sufrieron los últimos diez años de la dictadura de Franco, una transición desmemorizada de punto final que muchos se empeñan en poner como modelo, la muerte del payaso Fofó, una intentona de golpe de Estado, un envenenamiento masivo con aceite de colza, el bochorno de no pasar de la segunda fase en un mundial jugado en casa y las canciones de Enrique y Ana... Pero nada de esto pudo con ellos.

La verdad es que no sé como hemos podido sobrevivir a nuestra infancia. Mirando atrás es difícil creer que saliésemos vivos de la España de antes. Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag, hacíamos viajes de 10-12 horas con cinco personas en un 600 o en un Renault 4 y no sufríamos el síndrome de la clase turista. No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Además de todo esto, como me recordaba mi hermano Víctor, nosotros íbamos solos  a la escuela (y a casi cualquier sitio), pasábamos por los balcones de un cuarto piso, bebíamos de los charcos, comíamos pan con vino...

Los columpios eran de metal y con esquinas en pico y jugábamos a “lo que hace la madre hacen los hijos”, esto es, a ver quien era el más bestia. Pasábamos horas construyendo nuestros “vehículos” con  rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema.

Jugábamos a “churro, media manga, mangaentera” y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. Eso si, nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una cabaña para pasar allí el rato. No había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (de la roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza... Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo.

Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas y espalda rígida. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto.

Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagió de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente. No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, sonido sorround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos de agua y arrastrándonos por los suelos destrozando la ropa.

Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la taba, al escondite..., en fin, tecnología punta... Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, ¡nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel y lleno de peligros!, ¡Sin ningún responsable!, ¿Cómo lo conseguimos?

Hicimos juegos con palos, botellas, balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas. Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, de las acequias, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!!! Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la escopeta de perdigones o con el tirachinas y sin adultos.

En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo y jugando a “beso, verdad o acción”, no en un chat diciendo :), :D, :P, TKM,….

Éramos responsables de nuestras acciones y asumíamos las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si transgredíamos alguna ley, era inadmisible; si acaso nos soltaban un guantazo, zapatillazo o bronca, los más afortunados, y te callabas. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.

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¿Alguien sabe adónde van los sueños después de haberlos soñado?

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miércoles, 5 noviembre 2008

 

 

 

He adquirido un ejemplar de la Constitución de 1931. Y a partir de aquí, si quieren, hablamos.

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martes, 4 noviembre 2008

 

 

Foto: Carlos Juan

 

Todavía hoy siento como los apeaderos me esperan agazapados tras el mato y se abalanzan sobre mí tras una curva. ¿Hasta cuando?

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domingo, 2 noviembre 2008

 

 

Vivir a 60 minutos/hora, tipo bala.

 

 

VOLVER A O MIO RENCON